Historia y Antecedentes

 


El Museo Comunitario y Club de Lectura de Sierra Hermosa está localizado en el Trópico de Cáncer, en la ranchería de Sierra Hermosa (Villa de Cos, Zacatecas). Según señalan algunas fuentes, la hacienda se funda en el siglo XVIII cuando la familia Moncada, rama del Mayorazgo de Jaral de Berrio, recibió estas tierras y trasladó la Hacienda de Sierra Vieja a lo que conoce como Sierra Hermosa. Durante la Revolución Mexicana la finca fue tomada y abandonada por sus dueños, sin embargo, los mismos sistemas laborales de explotación latifundista siguieron vigentes, a pesar de la reforma agraria. En la actualidad, Sierra Hermosa cuenta con una escasa población de 250 personas, en su mayoría mujeres, ancianos y niños, esto debido a la migración.

El museo surgió como una pequeña biblioteca para los niños del lugar en el año 2000, a partir de la donación de 200 libros. La entrega de los ejemplares resultó en ese entonces una suerte de pequeña extensión de los clubes de lectura de la Ciudad de México que organizaba por aquellos años el poeta Alejandro Aura, por invitación del artista Juan Manuel de la Rosa, originario de Sierra Hermosa. La colección se ha ampliado con otros títulos (cerca de 3 000) en los 20 años de actividad, manteniendo un perfil dedicado a la literatura infantil, ya que el club es utilizado como complemento a la educación rural que reciben los niños en la escuela Benito Juárez, donde se enseña preescolar, primaria y telesecundaria. Se han sumado talleres de textil, costura y carpintería, así como una sala de exhibición con una colección de obras pertenecientes a la comunidad y que funciona con un sistema de rotación y préstamo gratuito, tomando como referencia el funcionamiento de la biblioteca. El museo comunitario funciona con activaciones y mediaciones vinculadas a estos espacios del lugar y en las que participa toda la población.

En el año 2017, comenzó un nuevo modelo de museología crítica a través de una colaboración con Biquini Wax EPS. A partir de esta participación, se introdujeron nuevas herramientas metodológicas y producciones contemporáneas a este espacio. Con ello, se han fortalecido y abierto las posibilidades de desarrollo y se han vinculado otros poblados colindantes.

 

Israel Urmeer, Dibujo colectivo, parte de la obra «El día que atrape al correcaminos», 2018.

 

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